En lo que a masajes eróticos respecta, la espalda, el pecho, las piernas y las caderas, son las partes predilectas a la hora del aceite y los deslizamientos. Generalmente los pies resultan olvidados, o en el peor de los casos relegados de manera consciente y despectiva, pues una gran mayoría de parejas desconoce la sensualidad contenida en ellos.
No obstante, los pies son una de esas partes de la anatomía humana que se caracterizan por reunir una cantidad importante de terminaciones nerviosas, lo que los convierte en receptores sensibles y transmisores potentes de las sensaciones de placer y bienestar. De hecho, la historia cuenta que resultaba ser éste el preámbulo favorito de los amantes en la Antigüedad y que era al pie lo primero a lo que echaban mano.
Como ocurre con todos los masajes, antes de empezar debemos procurarnos algunos accesorios para que la actividad resulte placentera y altamente excitante: un lugar cómodo y tranquilo, una pequeña bañerita, una jarra, agua caliente, sales de baño, toallas y, por supuesto, esencias y aceites.
Una vez tengamos todo, el resto corre por cuenta de la imaginación. Sin embargo, van unas sugerencias que pueden resultarles prácticas al momento de arrancar:
– Fíjate que la temperatura del agua no sea tan alta que pueda quemar a tu pareja. Es recomendable, aunque no necesario, diluir en ella las sales de baño y alguna esencia.
– Vierte el agua en la bañerita y sumerge allí, uno a uno, los pies de tu pareja. Acto seguido recoge de la bañera algo de agua en la jarra y déjala resbalar por la pierna de tu pareja. Repite el proceso de manera individual con cada pierna por espacio de unos minutos.
– Retira de manera intercalada los pies del agua y sécalos inmediatamente en una pequeña toalla para evitar que se enfríen.
– Asegúrate de que tus manos estén calientes y frótalas con el aceite escogido.
– Coloca en tu regazo el pie de tu pareja.
– Desliza las manos por el empeine del pie iniciando en los dedos y terminando en los tobillos, repite el procedimiento hasta que note el pie relajado.
– Con los dedos índice y medio presiona de manera circular el área del tobillo.
– Con una mano toma el pie por el talón y levántalo, coloca la otra agarrando los dedos y muévelo de manera circular teniendo cuidado de hacerlo de manera suave y lenta. Gíralo inicialmente a la derecha y luego hacia la izquierda.
– Con los dedos índice y pulgar toma cada uno de los dedos del pie, rótalos a cada lado y estíralos suavemente.
– Con tu dedo pulgar presiona diferentes puntos de la planta del pie hasta haberla cubierto por completo.
Tú decides el tiempo para realizar cada una de estas actividades, esto generalmente lo definen las reacciones de la pareja: atención a ellas. Como dato curioso, entérate que, según una leyenda, las antiguas geishas provocaban intensos orgasmos en sus clientes al terminar este tipo de masajes
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